Su vida cambio cuando aprendio a verla con sus propios ojos.
Sam posee una mirada distinta a los demas ninos: afectado de albinismo ocular, tiene los ojos rojos de nacimiento. Su madre lo atribuye a la voluntad divina, pobre consuelo para alguien que debe soportar con resignacion que sus companeros de clase lo llamen Sam Diablo. A pesar de todo, el quiere creer que es Dios quien le envia a Ernie Cantwell para que se convierta en el amigo que tanto necesita; y a Mickie Kennedy, que aterriza en la escuela como un tornado y arrasa con todas sus concepciones sobre ninos y ninas.
Con el paso de los anos, Sam deja de creer que el mundo sea producto de un destino ineludible, como no pueden serlo las tragedias que lo obligaron a dejar a sus amigos, su ciudad y su vida. Enfrentado a su pasado, emprendera un largo viaje, pero esta vez lo hara con los ojos bien abiertos para ver aquello que lo hizo cambiar y lo definio como persona.